Algunos creen que la vida pasa de largo ante ellos, o que ya pasó. Otros se sienten gravemente limitados por las exigencias de su trabajo y de mantener una familia, o por su situación económica o vital. Algunos están consumidos por un estrés agudo, otros por un aburrimiento agudo. Unos se pierden en una actividad frenética; otros se pierden en el estancamiento. Mucha gente suspira por la libertad y expansión que la prosperidad promete. Otros ya disfrutan de la libertad relativa que viene con la prosperidad y descubren que con eso no basta para dotar de sentido a su vida.
Así pues, lo más importante es darse cuenta de esto: la vida tiene un propósito interior y un propósito exterior. El propósito interior se refiere al Ser y es primario. El propósito exterior se refiere al hacer y es secundario. Lo interior y lo exterior están tan interconectados que es casi imposible hablar de uno sin referirse al otro.
El despertar es un cambio de conciencia en el que se separan el pensamiento y la conciencia. Para la mayoría de las personas, no es un acontecimiento, sino un proceso que experimentan un despertar repentino, dramático y aparentemente irreversible pasan por un proceso en el que el nuevo estado de conciencia fluye gradualmente y transforma todo lo que hacen, y así queda integrado en su vida.
En lugar de estar perdido en tus pensamientos, cuando estás despierto te reconoces como la conciencia que hay detrás de ellos. Entonces, pensar deja de ser una actividad autónoma al servicio de sí misma, que toma posesión de ti y dirige tu vida. La conciencia se hace cargo del pensamiento. En lugar de tener el control de nuestra vida, el pensamiento se convierte en el servidor de la conciencia. La conciencia es la conexión consciente con la inteligencia universal. Otra palabra que se le puede aplicar es Presencia: conciencia sin pensamiento.
La iniciación del proceso de despertar es un acto de gracia. No puedes hacer que ocurra, ni puedes prepararte para ello o ir acumulando créditos. No hay una secuencia clara de pasos lógicos que conduzca a ello, aunque a la mente le encantaría eso. No tienes que hacerte digno previamente. Puede llegarle al pecador antes que al santo, pero no necesariamente. Por eso Jesús se relacionaba con toda clase de gente, y no solo con personas respetables. No hay nada que puedas hacer para despertar. Todo lo que hagas serán esfuerzos del ego para que el despertar o la iluminación pasen a ser su más preciada posesión, y así hacerse más grande y más importante. En lugar de despertar, añades a tu mente el concepto de despertar, o la imagen mental de cómo es una persona despierta, y después procuras vivir de acuerdo con esa imagen.
¿Qué hacer entonces para despertar?
Si algo dentro de ti responde a él, si de algún modo reconoces la verdad que hay en él, eso significa que el proceso de despertar ha empezado. Una vez que empieza, no se puede dar marcha atrás, aunque el ego lo puede retrasar. Para algunos el despertar se produce cuando de pronto se hacen conscientes de las clases de pensamientos que piensan habitualmente, en especial los pensamientos negativos persistentes con los que pueden haber estado identificados toda su vida. De pronto hay una conciencia que es consciente del pensamiento pero no forma parte de él.
La conciencia es el espacio en el que existen los pensamientos cuando ese espacio se ha hecho consciente de sí mismo.
"Quiero conocer la mente de Dios -dijo Einstein-. Lo demás son detalles".
¿Qué es la mente de Dios? La conciencia. ¿Qué son los detalles? Tu propósito exterior y todo lo que ocurre exteriormente.
Un nuevo mundo, AHORA. E. Tolle
No hay comentarios:
Publicar un comentario