25 diciembre 2014

SENSIBLE A LAS NEURAS AJENAS

Las personas realmente fuertes y felices no se pelean casi nunca. No pierden su precioso tiempo ni su magnífica energía en eso. Están centradas de disfrutar con sus proyectos y su vida. !Y lo mejor es que los improerios y las salidas de tono apenas le molestan!.   Pero cuando estamos neuróticos nos sucede todo lo contrario: nos volvemos hipersensibles y paranoicos, protegiéndonos anticipadamente de quien nos podría ofender. Muchas veces, el resultado es que acabamos por aislarnos con la idea de que la gente es un asco.
   Perder esa hipersensibilidad es fundamental. Vamos a ver cómo podemos hacerlo.

*PUEDES INSULTARME*
El tema de los insultos, de los maltratos verbales, del respeto... no lo llevamos nada bien y hay mucha confusión al respecto, incluso por parte de muchos psicólogos. ¿Cuántas veces no nos ha amargado el día el insulto de alguna persona? Hay que evitar que eso nos afecte tanto.
   Ahora mismo puedo recordar algunos de mis propios episodios de malestar por haber sido insultado. En todos los casos me podía haber ahorrado el cabreo.
Las estrategias mentales para conseguirlo son:
  • Comprender la locura del otro.
  • Construirse una autoestima muy sólida.
  • Crear canales de comunicación sencillos y fluidos para influir en los demás.
  • Y, a veces, aprender a apartarse del loco con racionalidad.

El primer paso para conseguir no enfadarse ante un insulto consiste en confiar más en la naturaleza humana, comprender que todos los seres humanos somos maravillosos cuando nacemos y durante toda nuestra infancia.
   Entonces ¿Qué sucede cuando nos convertimos en personas faltonas y menospreciativas? !Que nos confundimos! Fruto de una experiencia eductiva errónea, a veces, aprendemos a relacionarnos mal: desconfiamos de los demás, estamos abrumados por sentimientos de inferioridad o simplemente creemos que lo correcto es situarse por encima de los otros.
   Esos adultos agresivos son niños confundidos que no se dan cuenta de que las únicas relaciones que promueven la felicidad son las relaciones amorosas basadas en darse el máximo cariño posible. Son como perros locos a los que han pegado de cachorros: no saben que otra vida es posible.
   Por lo tanto, una persona ofensiva es una persona muy perdida y, a veces, directamente loca.
   Comprender la locura del otro es fundamental para no hacer sangre cuando alguien nos falte al respeto, cosa que seguro sucederá porque el universo es imperfecto y el ser humano también.
   Si entendemos que cualquier persona que nos insulta no está en sus cabales conseguiremos poner distancia entre la afrenta y nosotros mismos, podremos ganar la perspectiva necesaria para no enfadarnos, sino tener lástima y quizá esperanza de cura para el confundido niño que todos llevamos dentro.
Tener una buena autoestima es el segundo paso.


Para ello tenemos que convencernos de que somos geniales no porque seamos guapos, listos o hábiles, sino sólo y exclusivamente por una sencilla pero poderosa razón: porque somos seres humanos con capacidad de amar.
Pensémoslo bien: la capacidad de amar -a los demás y a la vida- es la única cualidad necesaria para tener una vida vibrante y hermosa. En comparación los demás atributos importan un comino. Por eso, a la persona fuerte se la trae al pairo que le digan tonto o feo.
   Los dotados de una gran autoestima, se dicen a sí mismos: "Si fuese tonto, podría ser un gran artista visual y tener una gran vida"; "si fuese hortera, odría dedicarme a viajar y a amar, y mi falta de elegancia no sería más que una anécdota". Por lo tanto, "seré siempre una persona feliz y valiosa, estrictamente, gracias a mi gran capacidad de amar la vida".
Ante un insulto es bueno crear un canal de comunicación.
Si no nos sentimos realmente insultados ante nada, cuando alguien nos diga una estupidez, replicaremos con serenidad y desde una posición de superioridad: "En vez de decirme esas cosas tna feas, me gustaría que me tratases mejor. No es necesario, pero sería genial".
Para evitar pelearse con los demás debemos comprender el corazón del ser humano, tener una fuerte autoestima y comunicar las mejoras fácil y constructivamente. El último paso es saber apartarse, pero sólo en el último extremo.
   En cuanto al tema de las relaciones personales, ¿es necesario aguantar a las personas muy pesadas?. No, porque es obvio que todo tiene un límite, pero hay que ir con mucho cuidado porque solemos ser demasiado rápidos a la hora de apartar a la gente de nuestra vida. Si pecamos de algo es de hipersensibles y eso nos lleva a "despedir" a demasiadas personas valiosas.
Una vez que no nos afecten los insultos podemos decidir si deseamos seguir con esa relación o no.
Tus amigos y familiares difíciles también te pueden enseñar una lección. Te ponen en situaciones incómodas en las que tú puedes escoger entre estar bien o mal. Si estás bien, pese a esa incomodidad, te estás haciendo fuerte. Si estás mal, te vuelves un quejica y un neurótico.


   El trabajo de crecimiento personal que propone la psicología racional se podría definir como "aceptar a estos maestros zen". Tu evolución hacia la fortaleza y la plenitud requiere que no les des la espalda cuando aparezcan en tu camino.
   Imagina que el universo estuviese regido por una inteligencia superior que te enviase a ti, siempre que lo necesites, un maravilloso maestro zen para enseñarte una preciosa lección.

                                                                                            LAS GAFAS DE LA FELICIDAD. RAFAEL SANTANDREU

10 noviembre 2014

EL LEGADO DE KRISHNAMACHARYA



Quizá nunca hayas escuchado hablar de el , pero es posible que Tirumalai Krishnamacharya haya influenciado e incluso inventado tu Yoga. Ya sea que practiques las series dinámicas de Pattabhi Jois, el refinado alineamiento de B.K.S. Iyengar, las posturas clásicas de Indra Devi o el Vinyasa del ViniYoga hecho a tu medida, tu practica se origina en la misma fuente: un bramin de un metro cincuenta y cinco nacido hace mas de cien años en una ´pequeña aldea del sur de la India.
No cruzo jamás ningún océano, pero el Yoga de Krishnamacharya se ha esparcido por toda Europa, Asia y las Américas. Es difícil encontrar hoy día una tradición yoguica cuyas asanas no haya influenciado. Aun cuando aprendas de algún yogui apartado ahora de las tradiciones asociadas con Krishnamacharya, es bastante probable que tu maestro haya estudiado previamente el método Iyengar, Ashtanga, o Viniyoga antes de desarrollar su propio estilo. Rodney Yee, que aparece en numerosos y populares videos, estudio por ejemplo, con Iyengar. Richard Hittleman, un conocido yogui de la T.V. de los años 70 estudio con Devi. Otros profesores han incorporado enseñanzas de varios estilos basados en Krishnamacharya, creando a su vez métodos particulares tales como el White Lotus Yoga de Ganga White y el ISHTA Yoga de Manny Finger. La mayoría de los profesores incluso de estilos no directamente relacionados con Krishnamacharya – Sivananda y Bikram yoga, por ejemplo - han sido influenciados por algunos aspectos de las enseñanzas de Krishnamacharya.

Muchas de sus contribuciones han sido integradas de tal modo en el tejido de la tela del Yoga que, la fuente ha sido olvidada. Se dice que Krishnamacharya es responsable del moderno énfasis en Shirshasana (paro de cabeza) y Sarvangasana (equilibrio sobre los hombros). Fue pinero en el refinamiento de las posturas, en optimizar sus secuencias y en atribuir valor terapéutico a asanas especificos. Al combinar pranayama y asanas, hizo de las posturas una parte integral de la meditación, en lugar de ser un paso en el camino que a ella conduce.

En efecto, la influencia de Krishnamacharya se puede apreciar, mas nítidamente, en el énfasis en la practica de asanas, que ha llegado a ser la rubrica del Yoga de hoy. Probablemente no ha existido otro yogui que haya desarrollado tan deliberadamente las practicas físicas. En el proceso, transformo el Ata – que era un oscuro riachuelo del Yoga – en su cauce principal. El resurgimiento del Yoga en India le debe muchísimo a sus innumerables tours y demostraciones, durante los años 30 y también a sus cuatro más famosos discípulos – Jois, Iyengar, Devi y a su propio hijo T.K.V. Desikachar, que han jugado un enorme rol en la popularización del Yoga en Occidente.

Recuperando las raíces del yoga

Cuando la Revista americana, especializada en yoga Yoga Journal me pidió que escribiera sobre el legado de Krishnamacharya pensé que seria tarea fácil seguir la huella de alguien que, murió solo hace una década. Descubrí, sin embargo, que Krishnamacharya sigue siendo un misterio, incluso para su propia familia. Nunca escribió sus memorias o se atribuyo alguna de sus numerosas innovaciones. Su vida esta envuelta en mito. Aquellos que lo conocieron bien ya son demasiado ancianos. Y si perdemos sus recuerdos, corremos el riesgo de perder mucho mas que la historia de uno de los hombres mas notables del yoga, corremos el riesgo de perder la visión de la historia de esta vibrante tradicion que hemos heredado.

Es curioso ver como la evolución de la personalidad de este hombre multifacético influencia el Yoga que practicamos hoy día. Krishnamacharya comenzó su carrera como profesor perfeccionando su estricta e idealista versión del hatha yoga. Y, a medida que la corriente dela historia lo fue forzando a adaptar, se transformo en uno de los mas grandes reformadores del Yoga. Algunos de sus estudiantes lo recuerdan como un maestro riguroso y volátil, B.K.S. Iyengar me dijo que Krishnamacharya podría haber sido un santo ni no hubiese sido tan egocéntrico y tenido tan mal genio. Otros lo recuerdan como un gentil mentor que valoraba sus individualidades. Desikachar, por ejemplo, describe a su padre como una persona amable que a menudo, colocaba sobre su cabeza las sandalias de su difunto guru, en un acto de humildad.

Ambos hombres continúan siendo totalmente leales a su guru, aun cuando lo conocieron en diferentes etapas de su vida, es como si recordaran a dos personas diferentes. Es posible apreciar todavía en los tonos disonantes de las tradiciones que el inspiro, características aparentemente opuestas, algunas suaves, algunas estrictas, cada una atrayendo personalidades diferentes y agregando profundidad y variedad a nuestra practica de Yoga, todavía en desarrollo.

Emergiendo de las sombras

El mundo del yoga que Krishnamacharya heredo a su nacimiento, en 1888, era bastante diferente al de hoy. El yoga había perdido mucha fuerza debido a las presiones del régimen colonial británico. Solo un pequeño grupo de hindúes lo practicaba. Pero, a mediados del siglo diecinueve y comienzos del veinte, movimientos revitalizadores hindúes insuflaron nueva vida en la tradición india. De joven. Krishnamacharya se sumergió en el aprendizaje de diversas disciplinas clásicas hindúes, incluyendo el idioma sánscrito, rituales, leyes, medicina india básica. Con el tiempo, iba a canalizar este amplio bagaje de conocimientos hacia el estudio del Yoga, en donde sintetizaría la sabiduría hindú de estas tradiciones.

Según notas biográficas escritas por Krishnamacharya cerca del termino de su vida, su padre lo habría iniciado en el Yoga a la edad de cinco años, época en que comenzó a enseñarle los Yoga Sutras de Patanjali, y le dijo que su familia descendía de un respetado yogui del siglo IX, Nathamuni. Aun que su padre murió antes de que Krishnamacharya alcanzara la pubertad, inculco en su hijo una gran sed por el conocimiento y el sedeo especifico e estudiar Yoga. En otro manuscrito Krishnamacharya escribió, que cuando todavía era un mocoso, aprendió 24 asanas de un Swami de Sringeri Math, el mismo templo que vio nacer el linaje de Shivananda Yogananda. Luego, a la edad de 16 años, hizo un peregrinaje al santuario de Narhamuni, en Alvar Tirunagari, donde se encontró, en una extraordinaria visión, con su legendario antepasado.

Tal como siempre contó esta historia, se encontró con un anciano en la puerta del templo, quien le indico con el dedo un bosquecillo de mangos que había por ahí cerca. Krishnamacharya camino hacia el bosquecillo donde se desplomo de cansancio. Cuando volvió en si y se levanto, noto que se habían reunido a su alrededor varios yoguis. Su antepasado Nathamuni le canto versos de Yogarahasya (en sánscrito, La esencia del Yoga), un texto perdido hacia mas de mil años. Krishnamacharya lo memorizo y posteriormente lo transcribió.

Las semillas de muchas innovaciones en las enseñanzas de Krishnamacharya se pueden encontrar en este texto, disponible ahora en una versión en ingles (Yogarahasya, traducido por T.K.V. Desikachar, Krishnamacharya Yoga Mandiram, 1998). Aun cuando la historia del autor pudiese aparecer rebuscada, apunta a un importante razgo de la personalidad de Krishnamacharya: Nunca se atribuyo originalidad. En su versión, el Yoga es divino. Todas sus ideas, originales o no, se las atribuyo a los antiguos textos, o bien a su guru.

Después de su experiencia en el santuario de Nathamuni, Krishamacharya continuo la exploración de una panoplia de disciplinas clásicas indias, obteniendo diplomas en filosofía, lógica, divinidad y música. Practico Yoga a partir de los conocimientos rudimentarios, obtenidos en los textos y en alguna entrevista ocasional con algún yogui, pero siempre anhelaba estudiar mas profundamente, como le había recomendado su padre. Un profesor universitario lo vio practicando sus asanas y le recomendó que buscara un maestro llamado Shri Ramamohan Brahmachari, uno de los pocos hatha yoguis que todavía quedaban. Sabemos poco sobre Brahmachari, excepto que vivía en una remota cueva con su esposa y tres hijos. Krishnamacharya cuenta que paso siete años con su profesor memorizando los yoga Sutras de Patanjali, aprendiendo asanas y pranayama, y estudiando los aspectos terapéuticos del Yoga. Durante su aprendizaje. Krishnamacharya dice haber dominado 3000 asanas desarrollado algunos de sus mas notables talentos, como detener el pulso. A cambio de la instrucción, Brahnmachari le pidió a su leal pupilo que retornara a su ciudad a enseñar Yoga y a establecer una familia.

La educación de Krishnamacharya le habría permitido conseguir una buena posición en cualquier prestigiosa institución, pero el renunció a esas oportunidades y prefirió honrar la promesa que le había hecho a su mentor. Y, a pesar de todo su entrenamiento, Krishnamacharya regreso a la pobreza. En los años de 1920 enseñar Yoga no era remunerativo. Los estudiantes eran pocos, y Krishnamacharya tuvo que aceptar un trabajo como capataz en una plantación de café. Pero, en sus días libres, viajaba por la provincia haciendo discursos y demostraciones de Yoga. Krishnamacharya hizo uso de los siddhis, las capacidades sobrenaturales del cuerpo yoguico, para popularizar el Yoga. Estas demostraciones – destinadas a despertar el interés de una tradición moribunda- incluían el suspender el pulso, detener vehículos con sus manos, el hacer posturas inverosímiles y levantar objetos pesados con sus dientes. Pensó que para enseñar Yoga, primero tenia que atraer la atención del publico.

Por medio de un matrimonio arreglado, Krishnamacharya honro la segunda petición de su guru. Los antiguos yoguis eran ascetas que vivían en el bosque sin hogar ni familia. Pero el guru de Krishnamacharya quería que el aprendiera la vida de familia y que enseñara Yoga que sirviera al ciudadano común. Al comienzo esto resulto ser mas difícil de lo imaginado. La pareja vivía en tal pobreza que Krishnamacharya solo tenia un taparrabos, un retazo de genero del sari de su esposa. Mas tarde recordaría este periodo como el mas duro de su vida, pero las dificultades solo lograron endurecer aun mas su inquebrantable resolución de enseñar Yoga. 
El desarrollo del Vinyasa Yoga


La fortuna de Krishnamacharya mejoro cuando en 1931 recibió una invitación para enseñar en el Sanskrit College de Mysore. Allí recibió un buen salario y la posibilidad de dedicarse por completo a la enseñanza del Yoga. La familia gobernante de Mysore, por mucho tiempo, había promovido todas las formas de arte autóctono, apoyando e inyectando nuevo vigor a la cultura india. Por mas de un siglo ya había patrocinado el Hatha Yoga y la biblioteca contenía las mas antiguas compilaciones ilustradas de asanas que ahora son conocidas: Sritattvanidhi (traducidas al ingles por el erudito en sánscrito Mormas E. Sjoman en The Yoga Tradition of the Mysore Palace, Adhinav Publications, New Delhi, 1999).

Durante las dos décadas siguientes el Maharajá de Mysore ayudo a Krishnamacharya a promover el Yoga a través de la india, financiando demostraciones y publicaciones. Siendo diabético el Maharajá sintió fuertemente la relación entre yoga y la recuperación de la salud, y Krishnamacharya dedico mucho tiempo a desarrollar esta conexión. El puesto de Krishnamacharya en el Sanskrit College no duro mucho. Era demasiado estricto y sus alumnos se quejaron. Como al Maharajá le gustaba Krishnamacharya y no quería perder su amistad y consejo, le propuso una solución: le ofrecio la sala de gimasia del palacio para que iniciara su propia escuela de Yoga, Yogashala.

Así empezó uno de los periodos mas fértiles de Krishnamacharya. Durante este tiempo desarrollo lo que hoy se conoce como Ashtanga Vinyasa Yoga. Como los pupilos de Krishnamacharya eran en su gran mayoría jóvenes activos, adapto técnicas de Yoga, gimnasia y lucha india, para desarrollar las secuencias dinámicas de asanas cuyo propósito era conseguir un insuperable estado físico. Este estilo de Vinyasa utiliza los movimientos de Surya Namaskar (saludo al sol) para entrar y salir de cada asana. Cada movimiento se coordina con una forma especial de respirar y drishti, o enfoque de los ojos en ciertos puntos, lo que ayuda a la concentración meditativa. Con el tempo Krishnamacharya estandarizo las secuencias de posturas en tres series: primarias, intermedias y avanzadas. Los estudiantes eran agrupados de acuerdo a su experiencia y habilidad, teniendo que memorizar cada secuencia antes de avanzar a la siguiente.

Aun cuando Krishnamacharya desarrollo esta forma de practicar Yoga durante la década de 1930, permaneció prácticamente desconocida en occidente por casi 40 años. Recientemente se ha transformado en una de las formas de Yoga mas populares, gracias al trabajo de uno de sus mas leales y famosos discípulos: K. Pattabhi Jois.

Pattabhi Jois conoció a Krishnamacharya en sus tiempos difíciles, antes de los años en el palacio de Mysore. Era un robusto niño de 12 años cuando asistió a una de las charlas de Krishnamacharya. Intrigado por la demostración de asanas le pidio a Krishnamacharya que le enseñara Yoga. Las lecciones empezaron al día siguiente, horas antes de que sonara la campana de la escuela y continuaron cada mañana por tres años hasta que Jois tuvo que abandonar su hogar para entrar en el Sanskrit College. Cuando Krishnamacharya acepto el puesto de profesor en ese College, dos años mas tarde, Pattabhi Jois, desbordando de alegría reanudo sus lecciones de Yoga.

Jois conservo una inmensa cantidad de recuerdos de los años que estudio con Krishnamacharya. Durante décadas ha mantenido el trabajo que le dejo Krishamacharya con gran devoción, refinando las secuencias de asanas sin inflingirles modificaciones sustanciales, tal como un violinista clásico pudiera matizar la melodía de un concierto de Mozart, sin cambiar una nota. Jois, a menudo ha dicho que el concepto de vinyasa se origino en un antiguo texto llamado Yoga Kuruntha. Desgraciadamente, el texto desapareció, nunca nadie lo ha visto. Existen tantas historias sobre su descubrimiento y contenido – he escuchado por lo menos cinco de ellas que se contradicen – que uno se cuestiona su autenticidad. Cuando le pregunte a Jois si el había alguna vez leído el texto, respondió: “ No, solo Krishnamacharya”. Enseguida le resto importancia a la escritura, indicando varios otros textos que, también dieron forma al Yoga que aprendió de Krishnamacharya, incluyendo el Hatha Yoga Pradipika, los Yoga Sutras, el Baghavad Gita.

Cualquiera fuesen las raíces del Ashtanga Vinyasa Yoga, hoy es uno de los mas influyentes componentes del legado de Krishnamacharya. Quizás, este método, originalmente diseñado para los jóvenes, nos muestra un camino mas amigable hacia una espiritualidad mas profunda en una cultura que valora la energía y lo externo mas que lo interno. En las ultimas tres décadas un numero creciente de yoguis se ha sentido atraído a su precisión e intensidad. Muchos de ellos han hecho el peregrinaje a Mysore, donde Jois todavía enseña.

Rompiendo una tradición

Aunque, Krisnamacharya le enseño a niños y jóvenes e el palacio de Mysore, sus demostraciones publicas atrajeron a diversas congregaciones. Disfrutaba del desafío de presentar el Yoga a públicos con diferente formación y educación. En sus frecuentes tours, que él llamaba viajes propagandísticos, introdujo el yoga entre los soldados británicos, los Maharajas musulmanes y los indios de todas las religiones credos. Krishnamacharya siempre enfatizaba que el Yoga era para todos, y adecuaba sus enseñanzas para asi respetar las creencias de sus estudiantes. Pero mientras pasaba por alto las diferencias culturales, religiosas y de clases, siempre mantuvo una actitud patriarcal hacia las mujeres. El destino sin embargo, le hizo una jugada: El primer estudiante que llevó su Yoga al escenario mundial pidió ser admitida vistiendo un sari... ¡ Y además era occidental!

La mujer, que llego a ser conocida como Indra Devi (nacida en Zhenia Labunskaia, en la Latvia pre-soviética) era amiga de la familia real de Mysore. Después de ver una de las demostraciones de Krishnamacharya, pidió ser admitida como estudiante. Al comienzo ni extranjeros ni mujeres. Pero Devi insistió, persuadiendo al Maharajá que intercediera en su favor con este bramin. De mala gana Krishnamacharya inicio las clases, sometiéndola a una estricta dieta y a un difícil régimen de enseñanza destinado a quebrar su voluntad. Ella paso cada desafió impuesto por Krishnamacharya, llegando a ser amiga de el y ejemplar estudiante.

Después de un año de aprendizaje, Krishnamacharya le pidió que enseñara Yoga. Le pidió que atrajera a las clases un cuaderno y paso con ella varios días dictándole sus conocimientos sobre como enseñar el Yoga, sobre dieta y pranayama. Inspirada en estas enseñanzas, escribió mas tarde el libro best seller sobre Ata yoga, Forever Young, Forever Healthy (Prentice Hall, Inc., 1953). Años después de haber estudiado con Krishnamacharya, Devi fundó la primera escuela de Yoga en Shangai, China, donde Madame Chiang Kai-shek fue una de sus alumnas. Posteriormente logro convencer a los lideres soviéticas de que el yoga no era una religión y asi pudo abrir las puertas de la Unión Soviética al Yoga, donde hasta entonces era ilegal. En 1947 se traslado a Estados Unidos. Viviendo en Hollywood llego a ser conocida como La primera Dama del yoga, atrayendo a estudiantes como Marilyn Monroe, Elizabeth Arden, Greta Garbo y Gloria Swanson. Gracias a Devi, Krishnamacharya pudo disfrutar de su primera exposición internacional.

Aunque estudio con Krishnamacharya durante el periodo de Mysore, el Yoga que enseño Indra Devi tiene poco en comun con el ashtanga vinyasa de Jois. Como queriendo anunciar ya el altamente personalizado estilo de

Devi siempre ha mantenido en sus enseñanzas este estilo suave. Aunque su estilo no utiliza Vinyasa, usa el principio de las secuencias de Krishnamacharya de manera que sus clases recorren un camino – empezando con posturas de pie, progresando hacia un asana central seguido de posturas complementarias y terminando con relajación. De la misma forma que ocurrio con Jois, Krishnamacharya le enseño a combinar pranayama y asanas. Los estudiantes de su linaje todavía practican, cada postura con una forma determinada de respirar.

Devi agrego, además, un aspecto devocional a su trabajo que llamo Sai yoga. La postura principal de cada clase incluye una invocación de manera que el fulcro de cada practica contiene una meditación en la forma de una oración ecuménica. Aunque ella misma desarrollo este concepto, pudo ya haber estado presente en forma embrionica, en las enseñanzas que recibió de Krishnamachara. En sus últimos años, Krishnamacharya también recomendó cantos devocionales dentro de la practica de asanas.

En la actualidad, acercándose a los 103 años, Devi recibe cada tarde estudiantes en uno de sus seis centros de Buenos Aires, Argentina. Y hasta hace tres años atrás, todavía enseñaba posturas. Bien entrada en sus noventa años, continuo viajando por el mundo, llevando la influencia de Krishnamacharya a mucha gente en Norte y Sudamérica. Su impacto en los Estados Unidos se diluyo cuando ella se traslado a vivir a Buenos Aires, en 1985, pero su prestigio en Latinoamérica se extiende mucho mas allá de la comunidad argentina del Yoga.

Tendrás dificultades en encontrar a alguien en Buenos Aires que no haya escuchado hablar de ella. Se contacto con todos los estratos de la sociedad latina: El taxista que me llevo a la entrevista con ella, la describió como una mujer muy sabia, al día siguiente de mi entrevista, el ex presidente de Argentina, Carlos Menem la visito para pedirle su bendición y consejos. Las seis escuelas de Yoga de Devi, imparten 15 clases de asanas el día y los graduados de su curso de formación de profesores, que dura cuatro años, reciben un certificado internacionalmente reconocido que equivale a un grado pre-universitario.

Instruyendo a Iyengar

Durante el periodo en que Krishnamacharya les enseñaba a Devi y a Jois, brevemente también le enseño a un niño llamado B.K.S. Iyengar, quien creció para jugar, probablemente, el rol más significativo, en introducir el Ata yoga en Occidente. Es difícil imaginar como habría sido el Yoga que practicamos hoy día si la contribución de Iyengar, en especial su detallada, precisa y sistemática ejecución de cada asana, su investigación sobre las aplicaciones terapéuticas y su diferenciación por niveles, el riguroso sistema de entrenamiento que ha producido tantos profesores influyentes.

También es difícil saber cuanto influencio su desarrollo posterior el entrenamiento que recibió de Krishnamacharya. Aunque intenso, el tiempo que paso junto a su maestro, fue corto: solo un año. Además de inculcar en Iyengar devoción por el Yoga, quizá, planto también las semillas que mas tarde germinarian en el yoga de Iyengar. (Algunas de las características por las cuales es conocido hoy día particularmente las modificaciones a las posturas y sus usos terapéuticos son muy similares a las que Krishnamacharya desarrollo en su trabajo de los últimos años). Posiblemente cualquier investigación profunda en el Ata yoga produce resultados similares. De cualquier modo, Iyengar siempre ha idolatradao el guru de su niñez. Todavía dice: “ Soy solo un pequeño modelo en Yoga, mi guru fue un gran hombre”.

Al comienzo, el porvenir de Iyengar no era claro. Cuando Krishnamacharya lo invito a vivir en su hogar - la esposa de Krishnamacharya hermana de Iyengar –predijo que el poco flexible adolescente no tenia futuro en el yoga. De hecho, lo que cuenta Iyengar de su vida con Krishnamacharya suena como una novela de Dickens. Krishnamacharya podía ser un profesor estrictísimo. Al comienzo casi no se tomo la molestia de enseñarle a Iyengar, quien se pasaba la mayor parte del tiempo regando el jardín y haciendo todo tipo de tareas menores. El único amigo que tenia era su compañero de habitación, un niño llamado Keshavamurty, que era el favorito de Krishnamacharya. Una extraña jugada del destino hizo que un día desapareciera Keshavamurthy para nunca mas volver. Solo faltaban días para una importante demostración en el Yogashala y Krishamacharya, naturalmente, confiaba en su pupilo estrella para que demostrara los asanas. Enfrentando a esta crisis, Krishnamacharya rápidamente comenzó a entrenar a Iyengar en una serie de complicadas posturas.

Iyengar practico, en forma diligente, y el día de la demostración sorprendió a Krishnamacharya con una excepcional actuación. Después de esto, Krishnamacharya comenzó la instrucción de su pupilo con renovado vigor. Iyengar progreso rápidamente y empezó también a asistir a Krishnamacharya en sus clases en el yogashala y a acompañarlo en tours. Krishnamacharya continuo sin embargo su autoritario estilo de instrucción. En una oportunidad cuando Krishnamacharya le ordeno que hiciera hanumamanasana, (apertura completa de piernas, split), Iyengar se quejo de que nunca había hecho es postura antes. ¡Hazlo! Le grito Krishnamacharya. Iyengar lo hizo desgarrándose los músculos de la corva.

Su corto aprendizaje termino abruptamente. Después de una demostración de Yoga en el norte de la provincia de Karnataka, un grupo de mujeres le pidió a Krishnamacharya que les enseñara. Krishnamacharya eligió a Iyengar, su estudiante mas joven, para que impartiera esa clase. En esa época las clases eran segregadas, es decir, las mujeres estudiaban separadamente de los hombres. Iyengar impresiono a las mujeres con su forma de enseñar. Y, a pedido de ellas, Krishnamacharya designo a Iyengar como su instructor.

Enseñar fue una promoción para Iyengar, pero no contribuyo mayormente a mejorar su situación. Enseñar yoga era todavía una profesión marginal. A veces, recuerda Iyengar, comía solo un plato de arroz cada tres días, sustentándose solamente con agua. Pero se entrego en cuerpo y alma al yoga. De hecho, Iyengar dice que era tal su obsesión por el yoga que, algunos vecinos y miembros de la familia creyeron que había enloquecido. Practicaba durante horas, usaba pesadas piedras para forzar sus piernas en Baddha Konasana (sentado con las plantas de los pies juntas) o bien doblándose hacia atrás sobre un rodillo compactador de cemento para mejorar su Urdhva Dhanurasana (la araña). Preocupado por su bienestar, el hermano de Iyengar arreglo su matrimonio con una joven de 16 años llamada Ramamani. Afortunadamente, Ramamani respetaba su trabajo y llego a ser una compañera muy importante en su investigación de asanas.

Varios ciento de millas alejado de su guru, la unica forma que tenia Iyengar de aprender mas sobre asanas, era explorar con su propio cuerpo y analizar los efectos. Con la ayuda de Ramamani, Iyengar refino y mejoro las asanas que aprendió de Krishnamacharya.

Al igual que krishnamacharya, a medida que Iyengar ganaba estudiantes, iba adaptando y modificando las posturas para satisfacer sus necesidades. Y también, al igual que Krishnamacharya, Iyengar nunca dudo cuando tuvo que innovar. En gran medida, abandono el estilo Vinyasa de su mentor. En cambio, al desarrollar cada postura, constantemente investigo la naturaleza del alineamiento interno, considerando los efectos de cada parte del cuerpo, incluso la piel. Debido a que muchos de los estudiantes que vinieron a el estaban en peores condiciones físicas que los jóvenes estudiantes de Krishnamacharya, Iyengar tuvo que aprender a desarrollar elementos especiales (props: elementos de ayuda como bloques de madera, cinturones de algodón, la pared) para ayudarles. Y , como alguno de sus estudiantes estaban enfermos, Iyengar empezó a desarrollar asanas como herramienta de curación, creando programas terapéuticos específicos. Adicionalmente, Iyengar empezó a ver el cuerpo como si fuera un templo y las asanas, como las oraciones. El énfasis de Iyengar en los asanas no siempre gusto a su maestro.

Aunque en las celebraciones de los 60 años de Iyengar, Krishnamacharya elogio las aptitudes de Iyengar en la practica de asanas, le sugirió que ya era tiempo que se enfocara mas hacia la meditación.

A través de las decadas de los años 30, 40 y 50, la reputación de Iyengar como maestro y como terapeuta continuo creciendo. Obtuvo estudiantes famosos y respetados, tales como el filosofo Jiddhu Krishnamurti y el violinista Yehudi Menuhin, quienes lo ayudaron a atraer estudiantes occidentales. En los años 60 el Yoga estaba formando parte de la cultura mundial, e Iyengar estaba siendo reconocido como uno de sus principales embajadores.

Sobreviviendo los años difíciles.

Aun cuando sus estudiantes prosperaban y difundían su evangelio yoguico, Krishnamacharya volvió a encontrarse con tiempos difíciles. Ya en 1947 el numero de alumnos había bajado, considerablemente, en el Yogashala. Según Jois, solo quedaban tres alumnos. El patrocinio gubernamental también se había terminado, India había obtenido su independencia los políticos que reemplazaron a la familia real de Mysore tenían poco enteres en el Yoga. Krishnamacharya lucho por mantener viva la escuela, pero en 1950 tuvo que cerrar. Un krishnamacharya de 60 años se vio en la situación de tener que empezar todo de nuevo.

A diferencia de algunos de sus protegidos, Krishnamacharya no tuvo la fortuna de disfrutar de los beneficios de la creciente popularidad del Yoga. Continuo estudiando, enseñando y desarrollando su Yoga en casi total oscuridad. Iyengar estima que este periodo solitario , cambio la disposición de Krishnamacharya. Según Iyengar, Krishnamacharya podía permanecer distante bajo la protección del Maharajá de Mysore. Pero entregado a si mismo, obligado a conseguir sus propios estudiantes, tuvo mas motivación para adaptarse a la sociedad y desarrollar mayor compasión.

Asi fue como, en 1950, cuando Krishnamacharya luchaba por conseguir trabajo, debió aceptar un puesto de profesor en Mysore, en el Vivekananda College de Chennai. Nuevos estudiantes aparecieron, incluyendo gente de diferentes profesiones, estratos sociales y en variadas condiciones de salud. Krishnamacharya tuvo que ingeniárselas para inventar nuevos métodos de enseñanza. Y, a medida que iban apareciendo estudiantes con menos aptitudes físicas algunos incluso con incapacidades, Krishnamacharya debió adaptar las posturas para satisfacer las necesidades de cada uno.

Por ejemplo, instruía a un alumno que hiciera Paschimottanasana, (sentado con el cuerpo doblado hacia delante) con las rodillas estiradas para estirar los ligamentos de la corva, mientras que hacia hacer la misma postura a otro estudiante, pero con las rodillas dobladas. Del mismo modo, modificaba la respiración de acuerdo a las necesidades de sus alumnos, a veces reforzando el abdomen poniendo mayor énfasis en la exhalación otras, en la espalda, poniendo énfasis en la inhalación.
Krishnamacharya variaba la duración, frecuencia y las secuencias en los asanas para ayudar a los estudiantes a alcanzar metas especificas de corto plazo, como recuperarse rápidamente de una enfermedad. Y , a medida que los alumnos progresaban, los ayudaba a refinar las posturas hasta conseguir la forma ideal. En su estilo particular, Krishnmacharya ayudaba a sus estudiantes a evolucionar de un Yoga que se adaptaba a sus limitaciones individuales, a un Yoga que maximizaba sus habilidades. Este enfoque, que hoy día se conoce con el nombre de Viniyoga, se convirtió en la marca registrada de la enseñanza de Krishamacharya en sus décadas finales.


Krishnamacharya parecía siempre dispuesto a ampliar estas técnicas a casi cualquier estado de salud que presentara un desafió. En una oportunidad, un doctor le pidió que le ayudara con un paciente había tenido un infarto cerebral. Krishnamacharya manipulo los miembros sin vida del paciente poniéndolos en diferentes posturas, una especie de yogaterapia. Y como con muchos estudiantes de Krishnamacharya, la salud de esta persona mejoro, y también la fama de Krishnamacharya como terapeuta.

Fue la reputación de terapeuta la que atraería al ultimo, y uno de sus mayores discípulos. Pero en ese tiempo, nadie -y menos Krishnamacharya – sospecharía que su hijo, T.K.V. Desikachar, llegaría a ser un famoso yogui, el que traspasaría del mundo del Yoga occidental, la linea completa de las enseñanzas de su padre, en especial la de los últimos años.

Manteniendo la llama viva.

Aunque nacido en una familia de yoguis, Desikachar nunca sintió el deseo de continuar con la tradición. De niño, se alejaba de su padre cuando este le pedía que hiciera asanas. Krishnamachatya lo agarro una vez, le ato las manos y pies en Baddha Padmasana ( postura del loto con los brazos cruzados detrás de la espalda y las manos en los pies) y allí lo dejo por media hora. Este tipo de pedagogía no motivo a Desikachar a estudiar yoga, pero seguramente la inspiración llego por otros medios.

Después de obtener un titulo de ingeniero en la universidad, Desikachar vino a visitar a su familia por un corto tiempo. Iba camino a Delhi, donde le habían ofrecido un buen trabajo en una firma europea. Una mañana cuando estaba sentado en los peldaños de la entrada de la casa leyendo el periódico, vio acercarse por la estrecha calle un enorme vehículo americano que se detuvo justo en frente de la casa de Krishnamacharya. En ese preciso momento su padre salió de la casa, vistiendo solo un dhoti (tela de algodón enrollada alrededor de las caderas) y las marcas sagradas que indican una vida entera de devoción al dios Vishnu. Del asiento trasero del auto, descendió una mujer de apariencia europea, de mediana edad, gritando: “ ¡Profesor, profesor! ”. Se lanzo sobre los brazos de Krishnamacharya con un abrazo efusivo.

La sangre debe habérsele ido de la cara a Desikachar al presenciar esto, y sobretodo, cuando vio que Krishnamacharya también la abrazaba. En esos días, las mujeres occidentales y los Bramines no se abrazaban especialmente no en medio de la calle, y menos tratándose de un Bramin tan observante como Krishnamacharya. Cuando se hubo ido la mujer lo único que atino a decir Desikachar fue : ¿Por qué?.

Krishamacharya le explico que la señora habia estado estudiando yoga con el, y que gracias a su ayuda, la mujer por primera vez en 20 años había podido conciliar el sueño. Quizá, la reacción de Desikachar al escuchar esta revelación fue una suerte de providencia o karma, sin duda esta prueba del poder del yoga le sirvió como una curiosa epifanía que, cambiaria su vida para siempre. En un instante resolvió aprender lo que sabia de su padre.

Krishnamacharya no recibió, de buen grado, este repentino interés de su hijo por el yoga. Le dijo que continuara con su carrera de ingeniero y que dejara el yoga tranquilo. Desikachar se negó a escuchar. Rechazo el trabajo en Delhi, encontró trabajo en una firma local e insistió a su padre que le diera clases. Eventualmente Krishnamacharya acepto. Pero, para asegurarse de que el interés de su hijo era genuino – o para descorazonarlo- Krishnamacharya también fijo la hora de inicio de las clases a las 3:30 de la mañana cada mañana. Desikachar acepto, pero también puso su propia condición: Nada que tenga que ver con Dios. Un ingeniero pragmático como el vio la necesidad de la religión. Krishnamacharya respeto la decisión de su hijo e iniciaron las clases con asanas y recitando los Yoga Sutras de Patanjali. Y, como la familia entera vivía en una sola habitación, no les quedo mas remedio, medio dormidos, que sumarse a las clases. Las lecciones continuarían por 28 años aunque ya no tan temprano.

Durante los años que enseño a su hijo, Krihsnamacharya continuo refinando su enfoque sobre el Viniyoga, haciendo programas especiales para los enfermos, para las mujeres embarazadas, niños, y por supuesto, para aquellos en la búsqueda dela autorrealización espiritual. Llego, incluso, a dividir la practica de yoga en tres etapas, representando la juventud, la edad madura y la vejez: Primero, desarrollar fuerza muscular y flexibilidad, segundo, mantener la salud durante los años de trabajo y de sustento de la familia, y finalmente, ir mas allá de la practica física para enfocarse en Dios.

Desikacachar observo que a medida que iban progresando los estudiantes, Krishamacharya no solo comenzaba a poner énfasis en l practica de asanas mas avanzadas, sino que también, en los aspectos espirituales del yoga. Desikachar se dio cuenta de que su padre sentía que cada accion era en si misma, un acto de devoción, que cada asana debía conducir hacia la calma interior. Del mismo modo, el énfasis que ponía Krishnamacharya en la respiración tenia por objeto transmitir implicaciones espirituales, conjuntamente, con beneficios fisiológicos. De acuerdo a Desikachar, Krishnamacharya describía el ciclo respiratorio como un acto de entrega: Inhala y Dios se acerca. Mantén la respiración, y Dios permanece contigo. Exhala, y tu te acercas a Dios. Mantén la exhalación, y entrégate a Dios. 
Durante los últimos años de su vida, Krisnamacharya introdujo los cantos vedicos en la practica de yoga, siempre ajustando el numero de versos para que coincidieran con el tiempo que los alumnos debían permanecer en las posturas. Esta técnica puede ayudar a los estudiantes a mantener enfocada la mente y los prepara para la meditación.

Cuando Krishnamacharya se inclinaba hacia los aspectos espirituales del yoga, respetaba las creencias individuales. Una de sus mas antiguas estudiantes, Patricia Miller, que enseña hoy día en Washington D.C., recuerda que el dirigía las meditaciones ofreciendo alternativas. Instruía a sus alumnos que cerrara sus ojos observaran el espacio entre las cejas, y luego, decia: Piensa en Dios. Si no en Dios, en el sol. Si no en el sol, en tus padres. Explica Miller que Krishnamacharya exigía solo una condición: Que admitamos que existe un poder mas grande que nosotros mismos.

Preservando un legado.

Desikachar propaga hoy día el legado de su padre, dirigiendo el instituto Krishnamacharya Yoga Mandiram, en Chennai, India, donde se enseñan todos los diferentes enfoques que tenia Krishnamacharya sobre el yoga y sus escritos son traducidos publicados. Con el tiempo, Desikacahar abrazo toda la gama de las enseñanzas de su padre, incluyendo su veneración por Dios. Desikachar, sin embargo, comprende el escepticismo occidental y enfatiza la necesidad de despojar el yoga de sus atadura hinduistas, de manera que siga siendo un vehículo para toda la gente. La visón del mundo de Krishnamacharya estaba enraizada en la filosofía vedica, la vision del mundo occidental lo esta en la ciencia. Versado en ambas, Desikachar ve su rol como el de un traductor, llevando la antigua sabiduría de su padre a oídos modernos.
El principal propósito de Desikachar y el de su hijo Kausthub, es el compartir esta antigua sabiduría con la próxima generación. Le debemos a nuestros hijos un futuro mejor, dice. Su organización mantiene clases para niños y también para los niños incapacitados. Y, además de publicar historias y guías espirituales con un sabor contemporáneo, Kusthub también esta produciendo videos para demostrar las técnicas, para enseñarle a los jóvenes, usando los métodos inspirados en el trabajo de su abuelo en Mysore.

Aunque Desikachar paso casi tres décadas como alumno de Krishnamacharya, dice solo haber captado los fundamentos de las enseñazas de su padre. Tanto los intereses como la personalidad de Krishnamacharya semejan un calidoscopio, Yoga era solo una fracción de lo que el sabia. Krishnamacharya también estudio disciplinas como la filología, la astrología y también la música. En su propio laboratorio ayurvedico preparaba formulas en base a yerbas. En India sigue siendo as conocido como terapeuta que como yogui. También era conocido gourmet, horticulturista y un gran jugador de cartas.

Pero el conocimiento enciclopédico que, a veces, lo hacia aparecer distante, incluso arrogante en su juventud – intelectualmente intoxicado, como suavemente lo caracteriza Iyengar- con el tiempo creo la necesidad de comunicarse mejor con la gente. Krishnamacharya se di cuenta de que una parte importante del conocimiento tradicional indio que el atesoraba estaba desaparecido, y decidió abrir su gran reserva de conocimientos a cualquiera con sano interés y suficiente disciplina. Sintió que el yoga tenia que adaptarse al mundo moderno o desaparecer.

Hay un dicho indio que dice que cada tres siglos nace alguien para reenergizar una tradición. Es posible que Krishnamacharya fuera uno de esos avatares. Teniendo un gran respeto por el pasado, no dudo en experimentar e innovar. Desarrollando y refinando diferentes ángulos, hizo que el yoga fuese accesible a millones de personas. Esa difusión y facilitación del yoga a todo el mundo es su mas grande legado. Tan diversas como pueden ser las practicas nacidas del linaje de Krishnamacharya, la pasión y la fe en el yoga siguen siendo la herencia común. El mensaje tácito que proveen sus enseñanzas es que, el yoga no es una tradición estática, es un arte vivo, que respira y crece constantemente, a través de los experimentos y experiencias de cada practicante.

                                                        El Legado Yoga de T. Krishnamacharya Por: Fernando Pagés Ruiz

12 octubre 2014

YOGA PARA EL HOMBRE

El Yoga es una disciplina milenaria que sólo practicaban los hombres en la India.
Sus técnicas incluían, como hoy día, posturas corporales, ejercicios respiratorios, meditación y relajación.
Con el tiempo esta práctica se ha expandido por todo el mundo y son las mujeres las que la han adoptado principalmente. En cualquier sala o gimnasio puedes observar una mayoría de mujeres con respecto a la de hombres.
La tendencia del hombre ha sido hasta ahora, quizá llevado por sus características físicas, a deportes de fuerza y resistencia muscular. 
Hay una creencia popular de que el yoga es una práctica de relajación y posturas suaves y fáciles de hacer donde con solo tener un poco de flexibilidad puedes terminar una clase sin el más mínimo esfuerzo.
Muy lejos de la realidad. La dificultad de las posturas va en progresión y la exigencia es máxima en cada ejercicio, movimiento o postura que realices.
Al igual que un culturista o un velocista va mejorando con la práctica, el yoga es en este aspecto exactamente igual. Mejoras según la intensidad y el tiempo que dedicas a la práctica.
El yoga es un gran liberador de estrés y además sirve como ejercicio.

Beneficios del yoga para el hombre:
  • Se trabaja el cuerpo a nivel global, activando no solo la mayoría de los músculos, sino que también la actividad de órganos, articulaciones, el sistema cardiovascular y los huesos. A diferencia de un entrenamiento con pesas en el que se trabaja los músculos de manera aislada.
  • Mejora la postura.
  • Mejora la flexibilidad y elasticidad.
  • Hay un menor porcentaje de lesiones al ser un ejercicio que no tiene impacto en las articulaciones a diferencia de otras disciplinas deportivas.
  • El yoga se adapta a todos los cuerpos y todas las tallas.
  • Aumenta la capacidad de concentración por lo que resulta ideal para estudiantes y deportistas.
  • Refuerza el sistema inmunológico y limpia las toxinas del organismo.
  • Libra de tensiones y reduce el estrés.
  • Mejora la salud del corazón, dolores de espalda, presión arterial..y otros.
  • La próstata se siente rejuvenecida por el trabajo de bandhas y pranayamas.
Y estéticamente el cuerpo del hombre se muscula suavemente y se reduce la grasa sobrante, y crea una armonía equilibrada en todo el cuerpo.


28 septiembre 2014

LA TRANQUILIDAD DEL ALMA

Las distintas escuelas filosóficas de la Antigüedad tuvieron como uno de sus principales objetivos obtener la paz mental y la serenidad del alma (ataraxia): no sufrir, sufrir lo menos posible, o sólo cuando sea necesario.
   Cada una de ellas proponía un camino y ciertas prácticas destinadas a disminuir las perturbaciones emocionales y las preocupaciones asociadas a ellas.

   Las estrategias eran muchas y variadas: detener el pensamiento y alcanzar la indiferencia, controlar las emociones negativas y ser cada vez más "imperturbable", eliminar todas las necesidades superfluas y volver a lo natural, incorporar el placer y el hedonismo a la vida cotidiana, razonar adecuadamente, conocerse a sí mismo, sentirse partícipe del universo...
   No obstante, todas partían de un supuesto básico: para llegar a la ataraxia había que fijar todos los sentidos en el presente. La tranquilidad del alma sólo es posible si nos liberamos de la carga del pasado y la incertidumbre que genera el futuro.
   Cuando le preguntaron a Crates, discípulo de Diógenes, qué había sacado de la filosofía respondió: "Un cuartillo de lentejas y no preocuparme por nada". ¿Para qué necesitaba más? Quizá el plato de lentejas no sea importante, pero "no preocuparse por nada" es estar muy cerca de la sabiduría.

Mientras se espera vivir la vida pasa

Epicuro decía: "Nacemos una vez, pues no es posible nacer dos veces, y no es posible vivir eternamente; pero tú, no siendo dueño de tu futuro, intentas postergar tu felicidad. De este modo, la vida se consume en una espera inútil, y la muerte nos sorprende sin haber podido disfrutar de la tranquilidad".
    La esperanza inútil, la esperanza ilimitada... No digo que debamos olvidarnos totalmente del futuro, eso sería una necedad; lo que sugiero es que lo pongamos en su sitio y lo tengamos a mano por si acaso.

Una mente que fluctúa negativamente se debate entre lo que podría haber hecho y no hizo y lo que podría dejar de hacer y no es capaz de abandonar. Y mientras tanto la vida pasa.

Séneca sugería que, antes de dormir, deberíamos decirnos a nosotros mismos, alegres y contentos:
"He vivido, he recorrido el camino que me ha asignado la fortuna. Y si algún dios nos regala un mañana, recibámoslo también con júbilo, porque aquel que espera el mañana sin inquietud es plenamente feliz y dueño de sí mismo. Todo el que al acostarse se dice "he vivido", al levantarse recibe cada día un beneficio".


   Si supieras que vas a morir dentro de unas horas, ¿De qué te arrepentirías? Cuando hago esta pregunta, la mayoría de las personas se lamentan por "lo que dejaron de hacer" y no por "lo que hicieron mal". Todos ellos reconocen, sin excepción, que si volvieran a empezar correrían más riesgos, serían más atrevidos y estarían más atentos a los detalles. Menos futuro y más presente.

El carácter dulce

Muchos filósofos pensaban que la "paz interior" era imposible de alcanzar si no se establecía una convivencia pacífica con las personas del entorno. La idea no obedecía a una cuestión altruista sino pragmática: si tratas bien a las personas, habrá menos motivo de enfrentamiento, no me molestes y no te molestaré, ni te incito ni te provoco emociones negativas, y tú haces lo mismo conmigo.

Para que el prójimo no activara su lado malvado, Séneca propuso algunas estrategias de autocontrol. Por ejemplo: no poseer nada llamativo para no originar la injusta "codicia" de los demás; no exponerse a la mirada de los otros haciendo ostentación de los bienes para evitar así la envidia; no provocar a nadie para no ser odiado; y no infundir miedo a los demás. Sugería: una modesta fortuna y un carácter dulce lograrán que no infundas temor. Los hombres deben saber que eres de tal condición que pueden herirte sin riesgo de represalia; que la reconciliación contigo sea fácil y segura.
   Cuando provocamos envidia, codicia, odio o miedo a los demás, creamos un nicho de convivencia destructivo para todos. Dejar a un lado la pedantería y crear en la medida de lo posible microclimas de paz.
   Muchas veces somos nosotros mismos quienes creamos sin darnos cuenta las condiciones para una vida infeliz. Un hombre en extremo desconfiado se lamentaba porque la gente no era ambable con él, sin tener en cuenta que su conducta provocaba actitudes negativas en las demás personas; la suspicacia atrae suspicacia. Una mujer se quejaba porque sus amigas no contaban con ella, cuando en realidad era ella misma, con sus comparaciones constantes y sus demostraciones de "grandeza", la que generaba el rechazo. Un emigrante siempre estaba criticando el país donde vivía y s su gente, y luego se asombraba de lo mal recibido que era. Si templamos el ánimo y lo hacemos más amable, desarmaremos a muchos. El intento vale la pena.

La indiferencia creativa

En determinadas circunstancias, decir "ya no me importa" conlleva un alejamiento creativo que opera como un efecto de rebote y alumbra la luz al final del tunel. Un ejemplo típico de esta despreocupación productiva se da en el caso del miedo a los exámenes: si pienso que me estoy jugando la vida en cada evaluación, la ansiedad será tanta que bloqueará mis capacidades cognitivas y no obtendré una buena nota. Si cambio la dirección del pensamiento y me digo: "Me importa un rábano el resultado", podría ocurrir que la ansiedad desapareciera y todo empezara a fluir mejor. En psicología esta técnica se conoce como intención paradógica.
Un maestro budista me dijo una vez:"Cuado quieres algo desesperadamente lo alejas. Haz la prueba. Arroja el corcho de una botella en la mitad de un estanque y trata de atraerlo hacia ti moviendo el agua. Rápidamente verás que, en vez de acercarse, el corcho se desplaza en sentido contrario. Pero si dejas de mover el agua y te olvidas de él, en algún momento el viento lo traerá hacia ti".

El amor fraternal

No hay que imaginarse a los sabios antiguos como sujetos egoístas, antipáticos y sin corazón. La mayoría pensaba que los actos de amor hacia los otros, desconocidos y familiares, tenían un efecto bumerán, y, aunque no necesariamentesea ésa la intención, la calma o la alegría que logramos transmitir se nos devuelve.
La muerte de Demócrio, un filósofo griego materialista contemporáneo de Sócrates, acaeció tras un hecho especial. El hombre ya era muy viejo y estaba a punto de expirar. Su hermana estaba triste y acongojada porque Demócrito moriría precisamente durante la fiesta de las Tesmoforias y, de ser así, ella no iba a poder cumplir su deber para con la diosa Deméter. Demócrito le dijo que confiara en él y que le llevara panes calientes cada día. "Y acercándose éstos a la nariz, logró mantenerse vivo durante la fiesta. Cuando pasaron tales días, que eran tres, abandonó la existencia sin ningún pesar, tras haber vivido ciento tres años".
   Tardó en morir el tiempo necesario para que su hermana pudiera llevar a cabo sus ritos religiosos y estar en paz consigo misma. Suponemos que Demócrito murió tranquilo. En vida sostenía que el alma adquiere serenidad y armonía cuando sabe elegir los placeres que producen bienestar. Encontrarse bien con uno mismo y los demás se consigue hallando el justo medio entre lo ventajoso y lo perjudicial: en su caso, prolongar tres días más el sufrimiento para obtener la dicha de ver feliz a una persona que amaba. 

                                                                                       Extracto de EL CAMINO DE LOS SABIOS. Walter Riso
 
 

SERVICIO DESINTERESADO. UN BÁLSAMO PARA NUESTRA ALMA

El Seva o autoentrega o autodedicación.
Ésta debería ser la actitud para acercarnos al plano del servicio. Así todas las capas del ego se desvanecerán una tras otra, al ser genuino surgirá y podrás encontrar en ti su hogar.
   Cuando traemos a la memoria varias disciplinas espirituales o sadhanas, por lo general el servicio no es lo primero en lo que pensamos. Comúnmente citamos la meditación, los cantos devocionales o el yoga. Con todo, el servicio es un sadhana eficaz y completo. El servicio desinteresado es un sendero hacia la compresión de Dios.

Kat Devadasi
   Cuando se realiza un servicio partiendo de la compasión, sin desear retribución ni reconocimiento, puede constituir una fuente de alegría ilimitada. Esa alegría se encuentra en la felicidad de otro, en el reconocimiento de que todos somos manifestaciones de Dios. Cuando practicamos esa disciplina, llegamos a ver a Dios en todas partes. El mundo es el cuerpo de Dios. Todos los seres y todos los objetos son manisfestaciones de Su voluntad. Cuando encontramos al Señor en todas partes sabemos que nosotros también somos Dios.

   Cuando hacemos seva (servicio desinteresado) no debemos pensar que nuestros servicios tienen que estar confinados a los pobres y desamparados. En la esfera del servicio no hay necesidad de hacer distinciones entre ricos y pobres. Lo que importa es el servicio a la persona que lo necesita. El requisito principal es un auténtico espíritu de amor. Si no hay sentimientos de afecto y compasión, cualquier servicio se convierte en un ejercicio artificial, hecho para lograr publicidad o reconocimiento. La ostentación en la ejecución del servicio es nociva, porque se limita a inflar el ego.
   El servicio desinteresado se presenta ante nosotros como una paradoja. Para realizarlo de manera genuina, se debe actuar sin ningún deseo de recompensa o reconocimiento. Darse gratis, movidos por el anhelo, innato de ayudar a otro. En el momento de ayudar, uno se olvida de sus propias necesidades y ambiciones, así como de su propia comodidad y seguridad. La paradoja fundamental del servicio desinteresado radica en el hecho de que al no esperar recompensa, alcanzamos el más elevado premio: el "yo" se aquieta. Para los interesados en un desarrollo espiritual, es el regalo más extraordinario que puede recibir en la vida. Uno cosecha los beneficios cuando se sienta en el silencio de su ser y encuentra que la puerta interna de Luz, Amor y Paz se abre fácil.
   En el verdadero servicio desinteresado ayudamos porque se necesita y no nos preocupamos de si alguien sabe lo que estamos haciendo o a quién estamos ayudando. Es el mismo servicio si se limpia un baño o si se le alcanza al Gurú un vaso de agua para beber. Todo servicio es igual ante los ojos del Maestro y ante los ojos de Dios. LLevar una vida de no violencia, veracidad, pureza de corazón y humildad, contribuye al equilibrio mental necesario para tener experiencias fructíferas en la concentración.
Sin embargo, el servicio desinteresado provee el ingrediente de la misericordia que ayuda a abrir las puertas internas.

   Cuando ayudamos a alguien, nuestro corazón se expande. Este acto abre nuestra alma. Si nuestro afecto por los demás fluye, el amor de Dios fluye a través y en nosotros. Al tener lugar este intercambio, las vibraciones del alma empiezan a elevarse hasta el punto de poder experimentar la luz divina dentro de nosotros. Nuestras meditaciones reciben un empuje y el alma, rebosante de paz y gozo, llega a los más elevados estados de conciencia. Por lo tanto, es a través del servicio desinteresado que aceleramos nuestro progreso hacia el logro de la paz y el éxtasis internos.

                                                                                                                           Franca Martini (Kundalini Yoga)

23 agosto 2014

VIDA DE PATTABHI JOIS

Yogacharaya Shri K. Pattabhi Jois (Guruji) nació en la luna llena de julio de 1915, en Kowshika, una pequeña villa localizada a 150 Km. de mysore en el estado sureño de Karnataka. Su padre era astrólogo y sacerdote en la villa de aproximadamente 70 familias. Guruji era el niño del medio de nueve hermanos, y desde la edad de 5 años, como la mayoria de los niños brahmines, comenzó tempranamente sus estudios de los vedas y rituales Hindúes.
A los 12 años, fue a una demostración de Yoga en su escuela, lo que lo inspiró a aprender más de esta antigua práctica. Estaba tan entusiasmado con su nuevo descubrimiento, que se levantó temprano a la mañana siguiente para conocer al impresionante Yogui que había visto: Sri T. Krishnamacharya, uno de los más distinguidos Yoguis del siglo XX.
Luego de interrogar a Guruji, Krischnamacharya aceptó tomarlo como su estudiante, y por los siguientes dos años, sin saberlo su familia, Guruji practicó bajo la estricta y grandiosa tutela del Yogui cada día después de la escuela, caminando 5 Km. temprano en la mañana para llegar a la casa de Krischnamacharya. Cuando leía el Ramayana y otros libros sagrados sobre el vedanta en su casa, sus familiares le decían: “¡Oh, miren qué gran Pandit!, ¿porqué estás desperdiciando el tiempo leyendo libros? Anda a atender a las vacas”.
Mysore
Cuando Guruji cumplió catorce años, recibió la iniciación del cordón de brahman -la ceremonia en la cual el niño brahmin se convierte en hombre y es iniciado en la vida espiritual-. Poco tiempo después de la significativa ceremonia, y con dos rupias en su bolsillo, Guruji huyó de su casa secretamente para procurar estudios de Sánscrito en la Universidad Sánscrita de Mysore. Luego de bajarse del tren, fué directo al departamento de admisiones, mostró su cordón para probar que era un Brahmin (esto le garantizaría una admisión gratuita), y fue aceptado en la escuela.
Se dedicó arduamente a sus clases y estudios, y continuó con su práctica de Yoga incluso dando demostraciones que le garantizaron privilegios alimenticios en la universidad. Con poco dinero, la vida fue dificil en un comienzo para Guruji, quien también mendigó comida en la casa de los brahmines. Eso fue, tres años antes de finalmente escribirle a su padre y decirle donde estaba y qué estaba haciendo.
En 1932, asistió a una demostración de Yoga en la universidad, y se complació al descubrir que el Yogui en el escenario era su Guru, Sri Krishnamacharya. Habiendo perdido el contacto con él luego que Guruji abandonó Kowshika, recomenzaron su relación en Mysore, la cual duró 25 años.
El Maharaja
Durante este tiempo el Maharaj de  Mysore, Sri Krishna Rajendra Wodeyar, cayó enfermo repentinamente. Informado acerca de un notable yogui que podría ayudarlo  en aquello donde otros médicos habían fallado, pidió buscar a  Krishnamacharya, Quien lo curó a través del Yoga. En gratitud, el Maharaj estableció una Yoga Shala para él en los terrenos del palacio, y lo envió, en compañia de estudiantes modelos como Guruji, a una gira alrededor del país con la finalidad de dar exhibiciones, estudiar textos,  e investigar otros estilos y escuelas de Yoga.  Alrededor de cien estudiantes fueron matriculados en la Shala del Palacio.
El Maharaja sentía especial aprecio por Guruji y en ocasiones lo llamaba al palacio a las 4 de la mañana para que realizara demostraciones. En 1937, le ordenó a Guruji enseñar Yoga en la Universidad  Sánscrita, en contra de su deseo de permanecer como estudiante. Guruji estableció su primer departamento de Yoga, el cual dirigió hasta su retiro en 1973. El departamento fue cerrado permanentemente después de su retiro.
El Maharaja murió en 1940, con lo cual finalizó el largo patrocinio de Krishnamacharya en Mysore. Con el tiempo, el estimado profesor partió a Madrás en 1954, y sólo quedaron tres dedicados estudiantes:  Guruji, su amigo C. Mahadev Bhatt, y Keshavamurthy. Guruji fue el único que consideró enseñar el trabajo de su vida, y continuar el legado de Krishnamacharya en Mysore.
Familia
 Mientras Guruji estudiaba con Krishnamacharya, una muchacha fuerte y de gran voluntad comenzó a asistir a sus demostraciones de yoga en la Universidad Sánscrita, acompañada por su padre, un académico de sánscrito.  Un día, luego de una de las demostraciones, Savitramman quien en ese entonces sólo tenía 14 años, le dijo a su padre: ” Quiero casarme con ese hombre”.
 Estando de acuerdo, el padre se le acercó a Guruji  (quien en ese entonces tenía  18 años) y lo invitó a su casa en la villa de  Nanjangud, a 20 Km. de allí. Guruji aceptó respetuosamente.  Luego de conocer más sobre el joven Yogui y su familia, el padre de Savitramma acordó la unión, al igual que el padre de Guruji, a pesar de que el horóscopo de la pareja reportó que la unión no era adecuada. “Adecuada o no, quiero casarme con él”, declaró Savitramma, quien tiempo después fue conocida cariñosamente como Amma (madre). Se casaron ese año en un amoroso encuentro,  el cuarto dia luego de la luna llena en Junio de 1933, en el cumpleaños de Amma.
Luego de la boda, Amma regresó con su familia y Guruji regresó a su cuarto en la universidad. No se volvieron a ver por tres o cuatro años hasta 1940, cuando Amma se unió a su esposo en Mysore para comenzar su vida juntos. Tuvieron tres hijos: Manju, Saraswati y Ramesh, cada uno de ellos se convirtieron posteriormente en grandes profesores de Yoga.
Amma fue la primera alumna de Guruji, y tambien recibió un certificado de enseñanza de Krischnamacharya. Amma fue como una madre para los estudiantes de Guruji, tanto occidentales como Indios, su presencia resultaba tan entrañable como la de él. Ella era amable y amorosa, simpre lista para convidar un cafe  o una palabra de apoyo. debido a que ella tambien era versada en Sánscrito, usualmente corrgia a Guruji  cuando cometia errores o para recordarle algun verso sánscrito que él olvidara, para la diversión de todos los presentes.
Amma murió en 1997, su pérdida fue devastadora para toda su familia, así como para toda  la familia de estudiantes de Yoga.
Enseñanzas
La vida, en los primeros años no fue fácil. A pesar de que Guruji tenía una posición como profesor de Yoga en la Universidad Sánscrita,  su salario de 10 rupias al mes era apenas adecuado para mantener una familia de cinco miembros. (Sus circunstancias mejoraron un poco a mediados de  los cincuentas cuando se convirtió en profesor)
En 1948, Guruji estableció el Instituto  de Investigaciones de Ashtanga Yoga (Ashtanga Yoga Research Institute, siglas AYRI ) en su pequeño hogar de apenas dos habitaciones en Lakshmipuram, con la finalidad de experimentar con los aspectos curativos del Yoga. Muchas importantes figuras locales, desde jefes de la policia hasta contables y doctores practicaron con él. Varios médicos locales incluso le enviaban  a Guruji sus pacientes, para que él los ayudar en los tratamientos de Diabetes, problemas del corazón y presión sanguínea, y gran variedad de otros males.
En 1964, Guruji agregó una extensión en la parte de atrás de su casa, creando un salón de Yoga con una capacidad de 12 estudiantes, y un salon de descanso  arriba. El mismo año un Belga llamado Andre van Lysebeth llegó a AYRI por la recomendacion de  Swami Purnananda, un antiguo estudiante de Guruji.
Andre van Lysebeth
Durante dos meses, Guruji le enseñó al extranjero las asanas primarias e intermedias. Poco después, van Lysebeth escribió un libro llamado “Pranayama”  en el cual aparecia una foto de Guruji, e introducia al maestro de Ashtanga ante el público europeo. Éstos  (los europeos) fueron  los primeros occidentales en llegar a Mysore a estudiar con él. Los americanos llegaron posteriormente en 1971.
Guruji ya habia viajado ampliamente  alrededor de la India con Krischnamacharya y Amma, conociendo Yoguis, debatiendo con académicos y dando exhibiciones de Yoga. En sus viajes, conoció a Swami Sivananda, y al Shankaracharya de Kanchipuram, también se hizo amigo de  Swami Kulyananda y Swami Gitananda, ambos muy reconocidos por sus investigaciones científicas en Yoga.
El Ashtanga de Guruji se había extendido por la India, pero no había traspasado las fronteras hasta 1973 (El mismo año en que se retiró de la universidad sánscrita) cuando fue invitado a  Sao Paulo, Brasil. El año siguiente fué a Encinitas, California, siendo éste el primero de muchos viajes para enseñar en el extranjero, incluyendo Francia, Suiza, Finlandia, Noruega, Inglaterra y Australia.
En los siguientes 20 años, el nombre de  Pattabhi Jois y el Ashtanga Yoga se extendió lentamente alrededor del globo, y el número de estudiantes que iba a Mysore se incrementó firmemente. En 1998, Guruji se mudó a  Gokulam, un suburbio de Mysore, pero continuó  enseñando en el instituto de  Lakshmipuram. Para entonces, estaba recibiendo más alumnos de todas partes del mundo, del que podia soportar el pequeño salón, con lo que comenzaron la construcción de un salón más grande, opuesto a su casa en Gokulam.
La nueva Shala abrió oficialmente en  2002, con muchos dias de Pujas y ceremonias. Cuatro años después, su sueño de abrir una escuela en los Estados Unidos  se realizó con el lanzamiento de un instituto en Islamorada, Florida. Guruji condujo las ceremonias de apertura en 2006, el cual fue su último viaje al extranjero.
Pasando el  Linaje
En  2007, Guruji se enfermó gravemente, recuperándose sólo lo suficiente para enseñar un poco más de Yoga. Para finales del año siguiente, luego de siete décadas de enseñanza continua, gradualmente se retiró de sus clases diarias, dejando el instituto en las capaces manos de su hija Saraswathi y su nieto Sharath.

Guruji falleció en su casa en Mysore, el 18 de mayo de 2009 a los 93 años. Su muerte fue una trágica pérdida para la comunidad mundial de Yoga. Toda su vida la dedicó a infundir en sus estudiantes  compromiso, consistencia e integridad- y a representar de manera realista en su propia vida, el comportamiento de un amo de casa y Yogui-. Es debido a la virtud de su propia e inmortal fe y entusiasmo que la práctica que aprendió de Krishnamacharya ha permanecido viva. Es por esto, por su devoción a la enseñanza diaria de Yoga, que su legendario trabajo perdurará también.

11 julio 2014

REEQUILIBRANDO TU ESTADO FÍSICO CON LAS ASANAS

Habitualmente el neófito del yoga no entiende la finalidad que tiene la práctica física de las asanas. Incluso maestros experimentados no tienen demasiado claro porqué trabajar el cuerpo con estiramientos profundos, equilibrios complicados o, en algunos casos, saltos contenidos, que lejos de buscar la paz mental aquietando la mente, parecen alterar por unos momentos tu calma y tu tranquilidad.
Es necesario recordar que el trabajo físico es un medio inestimable para cuidar el cuerpo (morada del alma) que debemos mantener en perfectas condiciones para evitar enfermedades y sentirse sano y fuerte.
Las asanas limpian los canales energéticos haciendo el camino fácil del prana hacia los órganos y demás tejidos. Desintoxican a todos y cada uno de los órganos internos del cuerpo humano, vaciando la sangre cargada de residuos que se encuentran en su interior y volviéndolos a llenar con sangre renovada, cobrando así más vitalidad y funcionalidad.
Músculos, tendones, ligamentos, articulaciones y huesos resultan absolutamente beneficiados por este "ejercicio físico" al que se ven sometidos diariamente.
El cuerpo tiene relación directa con la mente. No olvidemos "Mens sana in corpore sano". Un cuerpo enfermo puede crear una mente distorsionada con poca capacidad para la calma y la meditación. Sentirse sano crea un ambiente favorable para la práctica de la relajación o estados superiores de consciencia.
Mientras realizamos nuestras asanas nos sentimos plenos, mejoramos nuestras capacidades, sintiéndonos más felices por los resultados.
El cuerpo se va adaptando a este trabajo extra impuesto por nuestros deseos. Y vemos que mejora, se desarrolla, se fortalece.
Una práctica intensa con control, sin prisas, dejando hacer al tiempo, y con confianza plena transformarán no sólo nuestro cuerpo, sino también forjarán nuestro carácter (compasión, humildad..).
Recordemos que asana es el tercero de los 8 pasos descritos por Patanjali en sus yoga sutras.
Un verdadero yogui seguirá la senda descrita por Patanjali, y dará tanta importancia a los yama y niyama como a la meditación o a las asanas.



Por otra parte, es importante recordar que, durante nuestra sesión de posturas estamos trabajando nuestra voluntad, la no violencia, la honestidad, la limpieza interna, la disciplina, la entrega; la respiración, la consciencia plena en el ahora, la concentración y la meditación, todos ellos forman parte de los ocho pasos del yoga.
Sin duda debes tomarte las asanas como parte integrante de tu día a día, porque ese es el camino que te conduce hacia la quietud mental, la salud física y la integración espiritual a tu vida.