28 septiembre 2014

SERVICIO DESINTERESADO. UN BÁLSAMO PARA NUESTRA ALMA

El Seva o autoentrega o autodedicación.
Ésta debería ser la actitud para acercarnos al plano del servicio. Así todas las capas del ego se desvanecerán una tras otra, al ser genuino surgirá y podrás encontrar en ti su hogar.
   Cuando traemos a la memoria varias disciplinas espirituales o sadhanas, por lo general el servicio no es lo primero en lo que pensamos. Comúnmente citamos la meditación, los cantos devocionales o el yoga. Con todo, el servicio es un sadhana eficaz y completo. El servicio desinteresado es un sendero hacia la compresión de Dios.

Kat Devadasi
   Cuando se realiza un servicio partiendo de la compasión, sin desear retribución ni reconocimiento, puede constituir una fuente de alegría ilimitada. Esa alegría se encuentra en la felicidad de otro, en el reconocimiento de que todos somos manifestaciones de Dios. Cuando practicamos esa disciplina, llegamos a ver a Dios en todas partes. El mundo es el cuerpo de Dios. Todos los seres y todos los objetos son manisfestaciones de Su voluntad. Cuando encontramos al Señor en todas partes sabemos que nosotros también somos Dios.

   Cuando hacemos seva (servicio desinteresado) no debemos pensar que nuestros servicios tienen que estar confinados a los pobres y desamparados. En la esfera del servicio no hay necesidad de hacer distinciones entre ricos y pobres. Lo que importa es el servicio a la persona que lo necesita. El requisito principal es un auténtico espíritu de amor. Si no hay sentimientos de afecto y compasión, cualquier servicio se convierte en un ejercicio artificial, hecho para lograr publicidad o reconocimiento. La ostentación en la ejecución del servicio es nociva, porque se limita a inflar el ego.
   El servicio desinteresado se presenta ante nosotros como una paradoja. Para realizarlo de manera genuina, se debe actuar sin ningún deseo de recompensa o reconocimiento. Darse gratis, movidos por el anhelo, innato de ayudar a otro. En el momento de ayudar, uno se olvida de sus propias necesidades y ambiciones, así como de su propia comodidad y seguridad. La paradoja fundamental del servicio desinteresado radica en el hecho de que al no esperar recompensa, alcanzamos el más elevado premio: el "yo" se aquieta. Para los interesados en un desarrollo espiritual, es el regalo más extraordinario que puede recibir en la vida. Uno cosecha los beneficios cuando se sienta en el silencio de su ser y encuentra que la puerta interna de Luz, Amor y Paz se abre fácil.
   En el verdadero servicio desinteresado ayudamos porque se necesita y no nos preocupamos de si alguien sabe lo que estamos haciendo o a quién estamos ayudando. Es el mismo servicio si se limpia un baño o si se le alcanza al Gurú un vaso de agua para beber. Todo servicio es igual ante los ojos del Maestro y ante los ojos de Dios. LLevar una vida de no violencia, veracidad, pureza de corazón y humildad, contribuye al equilibrio mental necesario para tener experiencias fructíferas en la concentración.
Sin embargo, el servicio desinteresado provee el ingrediente de la misericordia que ayuda a abrir las puertas internas.

   Cuando ayudamos a alguien, nuestro corazón se expande. Este acto abre nuestra alma. Si nuestro afecto por los demás fluye, el amor de Dios fluye a través y en nosotros. Al tener lugar este intercambio, las vibraciones del alma empiezan a elevarse hasta el punto de poder experimentar la luz divina dentro de nosotros. Nuestras meditaciones reciben un empuje y el alma, rebosante de paz y gozo, llega a los más elevados estados de conciencia. Por lo tanto, es a través del servicio desinteresado que aceleramos nuestro progreso hacia el logro de la paz y el éxtasis internos.

                                                                                                                           Franca Martini (Kundalini Yoga)

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