27 septiembre 2013

AUTODISCIPLINA

Cuando una semilla germina, el brote debe abrise paso entre la tierra antes de recibir la luz solar. De forma similar, antes de experimentar los niveles más elevados del yoga, deberás superar el letargo característico de la personalidad guiada por el ego, que no desea cambiar. La observación y el entendimiento de uno mismo se vuelven cada vez más efectivos mediante la práctica de la autodisciplina, esto es, el cultivo regular de las prácticas espirituales y físicas.


Al ejercer el autocontrol voluntario sobre los pensamientos, comportamientos y energías, podrás transformar de forma gradual el cuerpo y la mente en instrumentos sintonizados con precisión para llegar a entendimientos espirituales más elevados y llevar una vida más armoniosa. Es imposible practicar la autodisciplina sin que el ego sufra siquiera un poquito, poque el ego siempre tenderá a salirse del camino para coger el atajo. La práctica yóguica crea esa resistencia necesaria para encender la chispa que te hará crecer.


La trascendencia de uno mismo es el corazón del proceso espiritual. Este impulso y esta práctica de ir más allá de la contracción del ego en cada momento, mediante la observación, el entendimiento y la disciplina de uno mismo, alcanza su plenitud en el momento de la iluminación, cuando todo tu ser se transforma en espíritu.


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