01 mayo 2013

LA HISTORIA DE UN LINAJE YÓGUICO EN INDIA

La India es un lugar lleno de historias maravillosas y maestros de Yoga que han sido y hoy día son leyendas vivientes.




   El que más influencia tuvo en la actual práctica de Yoga en Occidente fue el legendario Tirumalai Krishnamacharya (1888-1989).
   De muy joven, Sri Krishnamacharya se sentía fuertemente atraído por el Yoga. Su familia era descendiente de una importante y larga línea de Yoguis. En sus primeros años, había tenido experiencias místicas que lo llevaron a estudiar y a buscar intensamente el significado de la vida en las enseñanzas del Yoga. Fue así como por unas recomendaciones que recibió oportunamente se trasladó a los Himalayas en busca de un Guru de gran renombre.


   Este maestro, Sri Ramamohan Brahmachari, que vivía en una cueva junto a un lago en el monte Kailash, con su familia, aceptó a Sri Krishnamacharya como discípulo. Durante varios años, Sri Krishnamacharya, que había estudiado medicina, astrología, retórica, leyes y teología, fue instruido en diversas artes y materias, así como en la práctica de asanas y vinyasa. En aquella época, y en algunos casos también hoy en día en la India, las clases de Yoga no se cobraban como se hace en la actualidad, sino que, al finalizar su aprendizaje, el discípulo debía "pagar" de alguna forma por lo que había recibido como enseñanza. Esto ocurrió al cabo de siete años de intenso aprendizaje.
   El pago no resultó lo que Sri Krishnamacharya tenía en mente o deseaba en ese momento. Contrariamente a sus deseos, su maestro le indicó descender de las montañas, olvidarse de una existencia de asceta o renunciante para llevar una vida familiar y expandir las enseñanzas del Yoga, que en India estaban algo olvidadas y fuera de moda en aquel momento.
   Sri Krishnamacharya entonces, muy a su pesar, hace lo que su maestro le solicita. Tras unos años se casa, tiene varios hijos y comienza a enseñar al público en general, asanas y vinyasa, respiración y otras técnicas del Yoga que había aprendido de su maestro rompiendo con la costumbre generalizada en aquella época de impartir enseñanza únicamente a monjes y renunciantes, costumbre que había alejado a la gente común de la práctica de Yoga, mientras tanto trabajaba en una plantación de café como obrero para mantener a su familia.
   De esta forma abre las enseñanzas del Yoga, y así practican los hombres de familia y también las mujeres que habían sido desplazadas durante los últimos años.
   Además, incluye a los niños y con el tiempo también hasta lo hacen algunos extranjeros, lo que era totalmente fuera de lo común. Algo definitivamente extraño fue cuando Sri Krishnamacharya acepta enseñar a Indra Devi, la primera mujer occidental yogui.


   Pero las cosas no eran muy fáciles para Sri Krishnamacharya en aquel momento. Debía alimentar a su familia, y los alumnos eran pocos (los discípulos huían de su carácter sumamente exigente). Fue así como, para expandir las enseñanzas, a modo casi circense, hacía demostraciones que a veces coronaba con la detención total de las pulsaciones cardíacas, acto que provocaba gran estupor en el público. De esta forma demostraba el extraordinario dominio que se puede adquirir del cuerpo y de la mente con una práctica verdadera y comprometida.
   En una de aquellas demostraciones en Mysore, el Marajá, que era el rey de esa zona, se entera de su presencia y por las graves dolencias físicas y respiratorias que sufría le solicita sus servicios. Al conocerlo y darse cuenta del enorme conocimiento de Sri Krishnamacharya, lo invita a quedarse en Mysore y le ofrece un gran gimnasio que había en el palacio para enseñar a la gente del lugar.
   Sri Krishnamacharya era un formidable maestro, muy querido, aunque también bastante severo. Algunos de sus discípulos fueron más tarde maestros famosos como Sri Pattabhi Jois, el heredero del Ashtanga Vinyasa, B.K.S. Iyengar (sobrino de Krishnamacharya) o Desikachar (su hijo), quienes fueron quizá los maestros que más influyeron en el Yoga en Occidente.
   Fue justamente el primero, Sri Pattabhi Jois, quien siendo muy jovencito, asiste a una de estas demostraciones y, maravillado con el Yoga, deja su hogar para seguir al maestro. Durante años practica con él y finalmente Sri Krishnamacharya lo instruye en un antiguo texto llamado Yoga Korunta, donde se explican detalladamente las series de posturas y respiración de lo que hoy es llamado el Ashtanga Vinyasa Yoga.


   Según se cuenta el texto lo encuentra Sri Krishnamacharya en una biblioteca de Calcuta. Había sido escrito por Vamana Rishi en hojas de palmera y por su antigüedad se encontraban en estado muy delicado. Sri Krishnamacharya lo recompone y ordena en cuatro series de posturas y vinyasas. Lamentablemente, el texto finalmente desapareció devorado por hormigas.
   El Yoga Korunta pone especial énfasis en practicar Vinyasas entre posturas indicando: "Oh Yogui, no practiques Asana sin Vinyasa".


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